Los emoticonos también son algo serio

Algunas personas tienden a pensar que el hecho de utilizar un emoticono en lugar de una palabra, le resta importancia al mensaje o incluso puede eximirles de posibles responsabilidades. No es así. Lo que expresas con un emoji también puede tener consecuencias.

Comenzado ya el siglo XXI se va imponiendo claramente la cultura visual. El lenguaje de las imágenes tiene más peso que nunca, y se ve respaldado por nuestra propia tendencia natural. De hecho, algunos estudios señalan que dos tercios de la actividad neuronal del cerebro está relacionada con la vista, y nada menos que el 40% de las fibras nerviosas del mismo están conectadas de diferentes formas con la retina.

La comunicación humana es fundamentalmente no-verbal. Transmitimos información, intenciones o estados de ánimo a los demás a través de nuestras miradas, gestos, posturas, tono de voz, movimientos involuntarios, etc.

En la comunicación digital, las imágenes también juegan un papel cada vez más importante. Si bien al principio internet se utilizaba sobre todo para transmitir textos y chatear, en la actualidad se imponen las fotografías en las redes sociales y la comunicación a través de vídeos.

En las conversaciones entre niños y adolescentes se intercambian cada vez más imágenes, audios de voz y vídeos cortos, siempre aderezados con los atractivos emoticonos o con “emojis”. En algunos casos estos pictogramas sustituyen frases enteras, y permiten transmitir bastante información.

No obstante, algunos adolescentes parecen entender que los mensajes con emojis les eximen de una cierta responsabilidad sobre lo que dicen, y esto no es así. Un Emoji al final de una frase puede rematar o aclarar la intencionalidad del comentario, y hacer verdadero daño.

Cada vez es más frecuente que en situaciones de acoso escolar o ciberbullying, el alumno que acosa los utilice para restarle importancia a lo que está diciendo. Como si una amenaza en imágenes tuviera menos peso que una amenaza con palabras. Evidentemente es un craso error… Algunas personas saben muy bien lo que significa y lo que se siente cuando alguien dibuja una diana en la puerta de tu casa o del negocio familiar. Y los tribunales de justicia no le restan ninguna importancia.

El primer y más conocido caso del que tenemos conocimiento en relación a los emojis se produjo en 2015, cuando un joven de Nueva York colgó un mensaje en Facebook con el pictograma de un policía y tres pistolas consecutivas. Esta frase en imágenes se considero una clara amenaza de muerte. De hecho, Apple decidió eliminar este emoji y sustituirlo por una pistola de agua. En 2016, un ciudadano francés fue también condenado por enviar este tipo de emoji a su expareja.

Otras imágenes tampoco pueden utilizarse en determinados contextos. Desde el verano pasado, por ejemplo, los mensajes en Facebook o Instagram que contengan los emojis de la berenjena y el melocotón pueden ser bloqueados si se utilizan en un contexto sexual.

Pero, volviendo a las amenazas con pictogramas, los adolescentes deben saber que el hecho de utilizarlos no resta importancia a lo que están diciendo. Todo depende del contexto en el que se utilicen y el significado que tengan en cada conversación. Del mismo modo, enviar emojis se considera una comunicación a todos los efectos. En 2018, la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Alicante condenó a nueve meses de prisión, por un delito de quebrantamiento de condena, a un hombre que envió dos emoticonos a su expareja, cuando una condena anterior le había prohibido comunicarse con ella.

Los emojis son comunicación, a efectos psicológicos y también jurídicos.